Comentario
La base económica de la sociedad sasánida era la agricultura y su explotación dentro de la mas pura raíz mesopotámica. Las grandes propiedades, en manos de la nobleza, de los grandes templos del fuego y del Estado configuraban el modo de explotación mas corriente, que no es del todo bien conocido. En este marco agrícola los esclavos, según parece, estaban en un proceso de emancipación, si bien los campesinos considerados libres estaban sujetos a la tierra que cultivaban como los siervos de la gleba. Sucesivas leyes reales protegieron a los campesinos frente a los nobles, pero ninguna les eximió del pago de los impuestos de capitación y de los que gravaban la tierra. La explotación de las fértiles llanuras de Mesopotamia se hacía respetando estrictamente las reglamentaciones más tradicionales, lo que permitió un florecimiento del mundo agrícola y éste a su vez un desarrollo urbano.
El mundo urbano sasánida sólidamente sostenido por la agricultura se desarrollará también gracias al comercio. Las viejas y nuevas ciudades se poblaron de artesanos, muchos de ellos prisioneros de guerra, que gozaron de un estatus especial que les dispensaba del servicio militar y les obligaba a pagar únicamente el impuesto personal de la capitación; aunque en caso de guerra debían de asumir pesados tributos especiales. La actividad mejor conocida de estos artesanos era la elaboración de tejidos de seda, tapices y cerámica.
El imperio sasánida, como todos los otros que se han asentado en este crucial territorio, supo aprovechar su situación geográfica para desarrollar un intenso comercio de intercambio entre el mundo oriental en general y el chino en especial, y el mundo mediterráneo.
Desde Ctesifonte, las rutas hacia el Este pasaban por Hamadam, Susa, Persia y bordeaban el golfo Pérsico; mientras las que iban por el interior, desde Hamadan, llegadas al mar Caspio, continuaban hacia Kabul y llegaban a China. Por estos itinerarios centroasiáticos, a pesar de las sucesivas guerras, siempre se mantuvieron buenas relaciones comerciales con los kusanas, los hunos heftalitas y las diversas tribus turcas. Lo mismo sucedía en el frente occidental con los armenios, los romanos y después los bizantinos. La marina que desarrollaron los sasánidas en el golfo Pérsico captó gran parte del comercio del Océano Índico en perjuicio de las naves árabes.
Los principales objetos de exportación sasánidas giraban en torno al lujo y a la fama de su refinada corte verdadera consumidora de artes suntuarias. La orfebrería con sus escenas de caza, de banquetes o de regresos triunfales de rey, será muy apreciada tanto en el exterior como en el interior. Las suntuosas sedas con sus motivos de animales enfrentados o con personajes cazando, y los grandes platos de plata y las copas trabajadas eran también muy apreciadas en el exterior y servían también para transmitir una idea de la grandiosidad y refinamiento del imperio.
La base económica de todo este intercambio fue una moneda de oro, el denar, que era aceptada por su calidad en los mercados internacionales en igualdad al nómisma bizantino, si bien la moneda mas corriente era el direm de plata que, con un peso casi constante entre los 3,65 y los 3,94 gramos, era muy bien aceptada por todos los comerciantes. Esta moneda llevaba en el anverso el busto del rey de reyes, con inscripciones en pehleví, y en el reverso el templo del fuego.
La jerarquizada sociedad sasánida y su estructuración económica y social hizo que los principales beneficiarios del comercio y de la riqueza agrícola fueran las dos clases especialmente privilegiadas: la nobleza y la clase sacerdotal; mientras el pueblo llano, los pequeños agricultores y los artesanos llevaron sobre sus espaldas el peso de la mayoría de sus impuestos. Estas desigualdades contribuyen a explicar el éxito de ciertas teorías igualitarias que de vez en cuando aparecerán, tal es el caso de Mazdek, que sus teorías puso en un serio peligro al propio régimen.
A pesar del teórico monopolio religioso del zoroastrismo se sabe que la corte imperial fue por lo general un centro abierto y tolerante. El gran Cosroes acogió en su palacio a filósofos bizantinos, utilizó a cristianos en altos cargos y animó la enseñanza de la medicina. A su vez, la influencia oriental y sobre todo india se notó especialmente en la literatura con la traducción al pehleví de las fábulas de "Kalila y Dimna". Mientras en los círculos aristocráticos, especialmente de la pequeña nobleza, se manifestaba un cierto clima de crítica contra el dogmatismo zoroastrista.